sábado

Cómo fortalecernos en medio de la coñaza. El Chavismo y la coyuntura

Mucho análisis y malestar después del 2d. Las tres R es una interesante respuesta a ello y es quizá el movimiento más interesante de Chávez a partir de unos dos últimos años llenos de riqueza económica, posicionamiento de ciertos sectores en duda ideológica dentro del aparato estatal, casi nulo avance con respecto a las demandas sociales, mucha ideologización importada, vaciamiento de los significados revolucionarios y el aumento de la pusilanimidad de nuestra producción simbólica (importancia de lo informativo sobre lo comunicacional, oficialización del chavismo), escasa sustitución de la estructura capitalista nacional (dígase la funcional como el sistema hospitalario o universitario o la privada como la importación de productos fundamentales) y avance del capitalismo urbano mostrado en el alza de los niveles de consumo y de los dispositivos que los disparan como la proliferación de los centros comerciales, la monopolización de la industria cultural en el enemigo más grande de la revolución y el chavismo –los Cisneros- y todo ello en medio de las primeras medidas antipopulares de Chávez como la salida del aire de RCTV y el desacierto de TVes, el desconsiderado aumento de precios de elementos de consumo masivo como el cigarro y el licor y la tabla rasa al mercado buhoneril. (ver otro artículo en este bloc…..)

Todo esto preocupante. Todo está por enfrentar. Muy pocas medidas atinadas, un momento de crisis representacional, pero debemos comenzar por situarnos un poco. Lo que más nos interesa es ubicar nuestro posicionamiento; es momento de repetir lo otro que también sabemos: que el chavismo es un movimiento muy fuerte, ganador, que no está perdiendo su moral revolucionaria, que lo contrario, cada vez nuestra gente tiene apuestas de cambio social más profundas, que tenemos una capacidad de movilización muy arrecha y que en cualquier momentico podemos hacer con este país lo mismo que Bobes con los valencianos, y además que contamos con las reservas morales y la fuerza popular pa dale vueltas a este asunto tanto como nos de la gana.

Toda esa vaina que es el chavismo, y que no es otra cosa que el sentido -la forma- que tomó en un momento y espacio determinado eso que los antropólogos llaman cultura popular y que los revolucionarios llamamos pueblo y que tiene unas maneras de ver las vainas y de hacerlas, y de pelearlas, y de vengarlas, y de cagarlas, de nuestro modo y no de otro. Muy diferente a los europeos del siglo pasado, llámense Lenin o Marx y bastante parecido a esas montoneras que seguían líderes como Boves o Zamora. Y que se han expresado en américa latina en movimientos relacionados con tipos como Perón, Eloy Alfaro, Getulio Vargas, Fidel y Zapata y que según las ciencias sociales pueden denominarse, en términos peyorativos o exaltativos, populistas. Eso que, los últimos años se ha llamado chavismo desde que ese carajo, llanero también, apareció en la pantalla, y desde que acaparó nuestros sentimientos (de eso es que se hace la revolución) nuestras arrecheras, nos movió el piso y articuló a una cantidad de gente tal que perdiendo unas elecciones empata, volviendo mierda con su discurso todas las prácticas que las elites habían naturalizado para dominar y esto, la cultura y el chavismo digo, es lo que definitivamente implica que esta revolución es de nuestro modo (venezolana, caribeña y americana) y en nuestra época, es decir, eso que los europeos intelectuales dirían en un complejo siglo XXI más que un moderno XX. Estas son las condiciones epocales de nuestra revolución, de ese movimiento social que ha atravesado en idea y espíritu una inconmensurable cantidad de relaciones, cerebros, fronteras, cuerpos, poderes, sensaciones y que se llama chavismo, ideas raras que se metieron en las casas de la gente del pueblo como si regresara el espíritu del jóven catire Páez. Que con el giro bolivariano de su líder logra articulación a otros movimientos sociales del mundo y que ha levantado la aun no conceptualizada propuesta del socialismo del siglo XXI, es ese cualitativamente arrecho y numeicamente impresionante de minimo cuatro millones, algo impensado para la izquierda o el progresismo de este país. Y no nos confundamos, es que esa gente no es de izquierda ni de derecha, ni progresista, tampoco se siente atraída por algo que llaman movimiento popular, esas mayorías son es, al menos por ahora, chavistas y es mediante el significante Chávez que su articulación se hace posible en el tiempo y el espacio. Esto no quiere decir que no cambie. Seguramente se va a transformar a medida que se produzca la sumatoria de voluntades y el choque con sus oponentes.

Y ese chavismo no es culto a la personalidad. Es la manera, muy nuestra, de querer con fuerza al líder social que sientes tuyo, que es tu gente. Y que te sientes parte de un colectivo con intenciones de reocupar la nación, de mover hasta la última fibra al tejido social. Tal como hicimos el 27 de febrero y el 13 de abril. Como lo hicimos en 10 elecciones. O en el paro. Un pueblo con identidad y fortaleza, que se reconoce representado en un líder y que sabe que su posibilidad de avance depende, para lograrlo política y pacíficamente, de lo que éste pueda gestionar en la maraña de las relaciones políticas nacionales y globales. El miedo de los intelectuales a lo que históricamente llaman cesarismo, necesario o peligroso, es el miedo también a la montonera, a la identidad y si bien muchas veces el liderazgo trae peligrosas arbitrarieadades, es un apego muy izquierdoso y europeo a eso que llaman la razón, el argumento y la crítica: todas ellas provenidas del pensamiento más fundamentalista del occidente moderno: llámese Hegel, llámese Kant, llámese Habermas.
Ese chavismo no argumental ni dialógico es la concreción concreta, la positivación del significante flotante que está hegemonizando el espacio público/político venezolano. Es lo que une nuestras arrecheras, utopías y coñazos. De eso están hechas nuestras revoluciones, no de la izquierda cosmopolita sino la del pueblo latinoamericano.